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Los médicos posgradistas en Ecuador son profesionales de la salud que han iniciado un proceso de especialización. Pero, para completar su formación, deben cumplir no solo con actividades académicas sino también con tareas asistenciales en diferentes hospitales a escala nacional.

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DIANA GUALOTUÑA

Presentación

Residente de cuarto año de la especialidad de Otorrinolaringología de la PUCE, está a un semestre de terminar el posgrado.

 

Ella cuenta con indignación que no recibe una remuneración que le permita cubrir sus gastos. Por eso tuvo que volver a la casa de sus padres y vivir ahí junto a su esposo, el único que puede sostener la economía del matrimonio. Antes de iniciar su especialización, trabajó como médico general y ahorró para sus estudios, pero ese dinero duró poco.

RICARDO GUERRERO

Presentación

Estudiante de la PUCE. Vino desde Cuenca para realizar su residencia en el área de Ginecología, fue acreedor de una beca que hasta el momento no ha sido desembolsada.

 

Cuando vino a Quito sus expectativas eran diferentes, creyó que al ser el ganador de la beca se estabilizaría rápidamente y podría traer a su familia. Su hija de un año y su esposa se quedaron en Cuenca por limitaciones económicas, apenas se ven una vez cada dos meses. Su sueño se derrumbó cuando las autoridades de la Unidad Metropolitana de Salud Sur, donde desempeñaría su residencia, le mencionaron que no le pagarían debido a un desfase con los becarios de la cohorte saliente. En ese momento supo con certeza que su vida daría un giro diferente.

 

Subsistir en la capital no ha sido nada fácil y sin su familia cerca se ha convertido en una tortura. Ricardo recibe ayuda de sus padres y de sus suegros, pues no solo debe costear gastos personales y familiares sino también académicos como los $4000 que paga cada semestre a la universidad. Esta situación le ha llevado a sufrir ataques de ansiedad y depresión, la incertidumbre ha contribuido a su desesperación y el destino parece incierto por ahora.

 

Ricardo tiene claro que si su problema no se resuelve hasta el siguiente ciclo abandonará el posgrado, pues la situación económica es insostenible para él y su familia.

Según información del Ministerio de Salud Pública Del Ecuador 

Hay:

De ellos:

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Estos profesionales no reciben remuneración, pues son considerados ‘estudiantes’, no pueden trabajar en lugares ajenos a sus unidades de formación a riesgo de ser sancionados, los permisos son nulos, incluso en situaciones graves, las universidades no proporcionan un seguro a los posgradistas autofinanciados,  y nadie cubre su seguridad social. Los horarios son más extensos que los establecidos en la norma. No solo se sienten violentados sino también olvidados, desplazados por un sistema que no responde a sus demandas. Están agotados de seguir en una lucha que parece no tener fin.

Tampoco puede trabajar particularmente al igual que Farah Cuadros, posgradista de dermatología de la Universidad Central del Ecuador, porque el artículo 35 literal C de la norma técnica para la formación en especializaciones médicas y odontológicas “prohíbe de forma taxativa que el residente postgradista, […], trabaje de forma privada durante su proceso de formación”. Sin embargo, esta disposición ha sido quebrantada por la dra Cuadros debido a que la presión económica la obligó a buscar formas de generar dinero extra. Con cautela elige a sus “clientes”, ellos deben ser de su total confianza para evitar conflictos.

Su madre es el único sustento del hogar, por tal motivo, Farah trata de ayudarla económicamente con los gastos de su abuela de 98 años cuando gana algo de dinero extra.

Farah - Audio
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Los descansos son escasos porque hay mucha demanda de pacientes durante la noche y no cuentan con relevos. “No estamos haciendo nuestro trabajo al 100% más allá de la buena voluntad que tengamos”. Su mayor preocupación, dice con temor, es quedarse dormido frente al volante y convertirse en un peligro para alguien más.

 

Gabriel está expuesto a diferentes tipos de castigos dentro del hospital como: hacer tiempo asistencial extra o comprar comida para todo el servicio. Según el Dr. Naranjo también existe jerarquía entre médicos “Todos deberíamos tener el mismo trato porque todos vamos a llegar al mismo nivel”.

MÉDICOS

POSGRADISTAS

Un sistema en

estado crónico

Por: Alejandra Pérez

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LAZOS ROTOS

Nancy Lucero es cuencana, pero estudia en Quito. A sus 30 años, cursa el segundo año del posgrado de Emergencias y Desastres de la Facultad de Medicina de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE).

 

Los estudios no le dejan tiempo para trabajar, por eso, Nancy los costea con lo que su esposo, José, y algunos miembros de su familia le dan.

 

María José, de 7 años, y Ana, de 2, tienen que esperar a que su madre llegue cada noche, a partir de las nueve, más o menos, para verla unos minutos. Eso si no le toca hacer guardia en el hospital Carlos Andrade Marín. Cuando tiene turno, Nancy pasa en ese hospital desde las siete de la mañana de un día hasta las dos o tres de la tarde del día siguiente. Pero, quejarse, para Nancy, no es una opción. Aunque muchas veces permanece despierta durante 32 horas seguidas, busca modos para compartir un poco de tiempo más con su familia. Las niñas la extrañan y el matrimonio se ha desgastado, pero a ella aún le quedan dos años para graduarse.

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SUEÑOS TRUNCOS

Cuando Johana Cazar supo que estaba embarazada, cursaba el cuarto semestre del posgrado de Ginecología de la PUCE. Tiene 33 años. Ahora, casi a la mitad de su período de gestación, siente frustración por haber tenido que dejar sus estudios por este motivo. Cuando los especialistas le detectaron un embarazo de alto riesgo durante el primer trimestre, ella supo que su condición no sería llevadera siendo estudiante. Mucho menos podría cumplir con su obligación de hacer guardias hospitalarias en la Maternidad Isidro Ayora. Los certificados médicos confirmaron el peligro que corrían las vidas de madre e hijo, pues Johana fue diagnosticada con un hematoma retroplacentario que le condenaría a reposo absoluto de inmediato.

 

Johanna recuerda que en la Maternidad Isidro Ayora –la más importante de la capital ecuatoriana– sintió muchas molestias por los frecuentes olores a cañería que percibia durante sus jornadas de trabajo. Había visto cucarachas en las habitaciones de las pacientes, en los pasillos, en los salones; cuenta que había más pacientes que las que podían atender los médicos; la puerta de un baño donde descansan los residentes no se cerraba y muy pocas veces reemplazaban las sábanas de algunas camas. Por todo eso, Johanna pidió a las autoridades universitarias que tutelaban sus estudios de posgrado que la asignaran al Patronato San José, pero le negaron el traslado. Le dijeron que en todas las casas de salud había la misma cantidad de trabajo y que “como estudiantes de posgrado no tenemos derecho a calamidades ni a enfermarnos, que los certificados para nosotros no son válidos”.

 

Al cabo de unas semanas, saliendo de una guardia, el dolor del vientre la tumbó en una cama de hospital. El médico que la atendió le dijo que debía escoger entre su vida y la de su bebé, o el posgrado, así que Johana renunció porque “cuando eres madre, tus prioridades cambian”. El siguiente año podrá reintegrarse al posgrado si así lo decide, pero la beca está perdida. Ella tendrá que pagar por toda su educación.

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Ricardo Guerrero - Audio
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FAMILIAS QUEBRANTADAS

Ricardo Guerrero, estudiante de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), llegó a Quito desde su natal Cuenca, para realizar su residencia en el área de Ginecología. Ricardo ganó una beca ofrecida por su universidad que hasta el momento no ha sido desembolsada.

 

Ricardo creyó que al ser el ganador de la beca se estabilizaría rápidamente su economía y podría costear también el traslado de su familia hacia la capital. Su hija de apenas un año y su esposa se quedaron en Cuenca por las limitaciones económicas que enfrentan. Desde entonces, apenas se ven una vez cada dos meses. Su sueño se derrumbó cuando las autoridades de la Unidad Metropolitana de Salud Sur, donde desempeñaría su residencia, le anunciaron que no le pagarían debido a un desfase con los becarios de la cohorte saliente.

 

Subsistir en la capital no ha sido nada fácil y sin su familia cerca, el desafío se ha convertido en una tortura. Ricardo recibe ayuda de sus padres y de sus suegros, pues no solo debe costear gastos personales y familiares sino también académicos, como los 4 000 dólares que paga cada semestre a la Universidad. Esta situación le ha llevado a sufrir ataques de ansiedad y depresión, y la incertidumbre ha contribuido a su desesperación. Ricardo tiene claro que si su problema no se resuelve hasta el siguiente ciclo, abandonará el posgrado, pues la precariedad es ya insostenible para él y su pequeña familia.

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Dr. Ricardo Guerrero

Dr. Ricardo Guerrero

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NORMAS INSENSIBLES, SISTEMA ENFERMO E INSEGURO

Diana Gualotuña, residente de cuarto año de la especialidad de Otorrinolaringología de la PUCE, tuvo que volver a la casa de sus padres y vivir ahí junto a su esposo, hasta terminar sus estudios. Está a un semestre de terminar el posgrado y no recibe una remuneración que le permita cubrir los gastos básicos siquiera. Antes de iniciar su especialización, Diana trabajó como médico general y ahorró para sus estudios, pero ese dinero duró poco. El único que puede sostener mínimamente la economía del matrimonio por ahora es su esposo. Trabajar aparte es imposible para Diana, pues no solo que violaría las normas, sino que sus horarios son tan demandantes que no le dejarían tiempo de realizar una actividad extra.

Farah Cuadros vive una situación similar. Ella es posgradista de Dermatología de la Universidad Central del Ecuador, y tampoco puede trabajar particularmente porque el artículo 35, literal C, de la Norma Técnica para la Formación en Especializaciones Médicas y Odontológicas “prohíbe de forma taxativa que el residente postgradista, […], trabaje de forma privada durante su proceso de formación”. Sin embargo, esta disposición ha sido quebrantada por la doctora Cuadros debido a que la presión económica la obligó a buscar formas de generar dinero extra. Con cautela elige a sus “clientes”. Ellos deben ser de su total confianza para evitar conflictos. Es que su madre es el único sustento del hogar y por eso, Farah trata de ayudarla económicamente con los gastos en los que debe incurrir para cuidar de su abuela de 98 años, cuando gana algo de dinero extra.

Farah Cuadros - Audio
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TRATOS INJUSTOS

Gabriel Naranjo tiene 32 años y cursa el primer año del posgrado de Pediatría (R1) de la Facultad de Medicina de la PUCE. Él hace sus actividades asistenciales en el Hospital del Sur., en Quito, y es un posgradista autofinanciado. Sus padres le ayudan a costear su afiliación voluntaria a la seguridad social porque la IES (Institución de Educación Superior) donde estudia no lo cubre. Además, hace guardias de más de 24 horas seguidas, como muchos de sus compañeros, aunque es consciente de que la Norma de Unidades Asistenciales refiere que “luego de 16 horas de trabajo continuo los estudiantes de postgrado de especialidades médicos e internos rotativos de medicina deben tener como mínimo un período de descanso de una hora, especialmente entre las 10 pm y 8 am, horas con mayor riesgo de error médico”.

 

Sin embargo, muchos de los residentes médicos aseguran que los descansos son escasos porque hay mucha demanda de pacientes durante la noche y no cuentan con relevos. “No estamos haciendo nuestro trabajo al 100%, más allá de la buena voluntad que tengamos”, dice Gabriel. Su mayor preocupación, asegura con temor, es quedarse dormido frente al volante y convertirse en un peligro para alguien más.

 

Gabriel cuenta también que está expuesto a diferentes tipos de castigos dentro del hospital, si no cumple con estas prácticas que violentan sus derechos pero que están naturalizadas. Las amenazas incluyen hacer tiempo asistencial extra o comprar comida para todo el personal de servicio. Según el doctor Naranjo, también pesa mucho la jerarquía que existe entre médicos. “Todos deberíamos tener el mismo trato porque todos vamos a llegar al mismo nivel”, reclama.

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Dr. Gabriel Naranjo

Dr. Gabriel Naranjo

Dr. Gabriel Naranjo

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Johana Cazar, quien abandonó el posgrado por salvaguardar su vida y la de su bebé, pudo retirarse por un corto periodo hasta que saliera del riesgo, y reintegrarse de inmediato a sus estudios. La Norma Técnica para la Formación en Especializaciones Médicas y Odontológicas en el Art. 41 establece que “Los residentes postgradistas, […] que, por embarazo, enfermedad debidamente comprobada, o por situaciones de caso fortuito o fuerza mayor, estuviesen impedidos de cumplir con el desarrollo del programa de especialización durante tres meses consecutivos, pueden reiniciar sus actividades en el mismo año de estudios”. Pero las autoridades universitarias decidieron negarle ese tiempo. “Si me hubiesen dado el periodo de reposo suficiente, el hematoma se habría reabsorbido”, cuenta ahora Johana, con frustración. La administración hospitalaria incluso podía permitirle a Johana arreglar su horario de tal manera que sus jornadas diarias fueran reducidas, considerando su delicada situación.

 

Pero las autoridades universitarias se lo negaron, a pesar de que la Norma indica que:

Durante el embarazo, embarazo de riesgo y lactancia.

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a.

[…], aquel que tenga a su cuidado directo a una persona con discapacidad física, psíquica o sensorial y que no genere una actividad retribuida.

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b.

Cuando el médico de posgrado tenga la tenencia y custodia no compartida de un hijo menor de edad.

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c.

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Dra. Johana Cazar

Germán Rojas

Presidente de la Comisión Permanente de Salud del Consejo de Educación Superior, intenta justificar esta realidad diciendo que la ley simplemente trata de proteger a los posgradistas porque “sería inhumano que los médicos residentes cumplan con más carga horaria de la que ya desempeñan”.

 

VIOLACIÓN

DE NORMAS

Los testimonios que recogimos muestran que constantemente las normas que rigen la formación de los posgradistas médicos están siendo violadas por las mismas instituciones donde ellos prestan sus servicios, es decir, por el mismo sistema que se comprometió a velar por ellos durante su etapa académica.  

“De acuerdo a lo establecido por el Ministerio de Relaciones Laborales, aplicable a todo ciudadano, el estudiante de postgrado […] tendrá derecho a la organización de su horario de trabajo que, sin suponer una disminución del número semanal de horas establecido, le permita realizar jornadas diarias reducidas en los siguientes casos:

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FALENCIAS ACADÉMICAS

Johana Ruiz, ganadora de una beca del posgrado de Ginecología de la Universidad Central del Ecuador, considera que la calidad académica está deteriorándose, y que los médicos tratantes no están brindando suficientes oportunidades de aprendizaje a los posgradistas. Además, en la Maternidad Isidro Ayora, hospital base de la UCE, no contratan médicos asistenciales, por lo que los posgradistas deben cubrir esa necesidad.

 

Indignada por las disposiciones de la casa de salud, Johana, junto a otro grupo de colegas, le comunicaron su descontento al jefe de posgrado y al director del hospital, pero su reclamo fue en vano. Les dijeron que no hay nada que puedan hacer y que su obligación es regirse al reglamento del hospital.

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Johana Ruiz - Audio
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La nula respuesta de las autoridades, las injusticias cometidas contra , Johana, Ricardo, Diana, Gabriel y Nancy, y muchos otros médicos posgradistas, llevaron a que en 2018, los doctores afectados se agrupen y formen la Asociación de Médicos Posgradistas de Ecuador presidida por Santiago Zúñiga.

El año pasado la AMP trabajó en el proyecto “Ley Nacional de Pogrados” en el que buscan ordenar el sistema, estandarizar a las UAD, hacer una sola convocatoria anual nacional de posgrados puesto que actualmente cada universidad hace un llamado diferente, crear el ‘Fondo Nacional de Posgrados’ un presupuesto que involucre al MSP, al IESS y a las empresas privadas que quieran involucrarse, así todos los ganadores de una plaza podrían optar por un estipendio justo, seguro social, y de mala práctica profesional durante la formación. Finalmente, busca que el Ministerio de Trabajo reconozca la prestación de servicios de los profesionales de la salud.

 

Un primer borrador ya fue enviado a la Asamblea Nacional, esperan seguir trabajando en él para proponerlo como proyecto de ley.

EL FLORÓN. ¿QUIÉNES SON LOS RESPONSABLES?

Germán Rojas, de la Comisión Permanente de Salud del Consejo de Educación Superior aclara que cuando existe una denuncia, es obligación de esa entidad procesarla y, en caso de ser necesario, sancionar a la Institución de Educación Superior, pues no tienen potestad de amonestar a los hospitales. Asimismo, aclara que los residentes son tratados únicamente como ‘estudiantes’ porque el posgrado es parte de la Educación Superior, y no reciben salario puesto que no tienen ninguna relación contractual con el Ministerio de Salud, ni son empleados a los ojos de la ley.

 

Rojas, en cambio, dice no tener la facultad para realizar las reformas que los posgradistas piden de manera urgente, y se exime de la responsabilidad explicando que es una función que solo le compete al MSP.

A su vez, Marco Lucio Muñoz, director Nacional de Normalización del MSP, alega que no es esta una competencia del Ministerio sino de las IES y del CES, porque son ellos quienes determinan las normas. “El Ministerio de Salud no puede interferir en la modificación de los reglamentos porque estaría violentando la autonomía universitaria”, aclara. Además, refiere que se ha dispuesto retirar el impedimento que tenían los posgradistas para trabajar de manera particular.

 

De igual forma, en las conversaciones con los asambleístas, Marco Muñoz, manifestó la necesidad de conversar con los delegados de los ministerios de Trabajo y Finanzas si se quería llegar a algún acuerdo económico con los médicos posgradistas, pues serían esas las instituciones encargadas de fijar un techo presupuestario. El MSP no tiene esa potestad.

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Según el presidente del Colegio Médico de Pichincha, Víctor Álvarez, la responsabilidad recae sobre el CES, porque es el organismo encargado de normar la educación superior. El Ministerio de Salud tan solo es un responsable solidario, mientras que el Ministerio de Trabajo –dice Víctor– “solo evade su responsabilidad”. El círculo vicioso continúa y la solución luce aún lejana.

Victor Álvarez - Audio
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La lucha de los posgradistas afectados continúa, pero cada vez sienten que es más difícil llevar a cuestas esta cruz. El sufrimiento aumenta, los obstáculos también, y las miradas de las autoridades son esquivas. Los médicos posgradistas en Ecuador sienten que tener una vida fuera del hospital se ha vuelto casi imposible.

Ancla 3

“¿Ya te fuiste?, no te vayas, mami”, le suplicaba a Nancy Lucero su pequeña hija. La voz se quebranta al recordarla: “Los hospitales y las universidades no se dan cuenta que tenemos vida fuera del posgrado”.

 

Cuando las hijas de Nancy han enfermado, ella no ha podido estar con ellas. Las autoridades le han negado sistemáticamente los permisos para visitarlas. “Esa es la mentira predilecta de los residentes”, le han dicho varias veces. Los desaires se acumularon hasta reflejarlo en su salud mental. Sufrió ataques de ira y ansiedad y tuvo que buscar ayuda psiquiátrica. “Pasaba llorando, no me podía concentrar en el hospital y para colmo tenía turnos terribles”. Pero, también le han negado permisos para asistir a sus citas con el psiquiatra. En el mejor de los casos, le han permitido ausentarse solo por una hora, así que, finalmente, tuvo que dejar de acudir a sus tratamientos.

 

El anhelo de obtener un título de cuarto nivel es lo único que motiva a los médicos posgradistas ecuatorianos, y les hace soportar los abusos del sistema.

NANCY LUCERO

El cuencano Ricardo Guerrero dice sentirse olvidado por las autoridades, pues en lugar de solucionar su problema le han dicho que busque la forma de autofinanciarse, que haga un préstamo. “Pero no puedo hacerlo, no me alcanza”, exclama desesperado.

 

Ricardo decidió seguir la especialización porque sabía que ejercer le profesión siendo médico general resulta muy complicado debido a la gran demanda y a la consecuente escasez de plazas de trabajo. Él se lamenta de sus suerte: recuerda con claridad que comenzó sus estudios del posgrado lleno de sueños e ilusión, pero poco a poco todo se convirtió en pesadillas.

RICARDO
GUERRERO

LA LUCHA

SIGUE

La manera en que la sociedad trata a sus médicos involucra a toda la sociedad. La frustración se ha vuelto común en los médicos posgradistas, pues sus anhelos han sido pisoteados una y otra vez, por las instituciones, por las autoridades y por un sistema caduco e injusto. Nancy, Johana, Gabriel, Ricardo, Diana y muchos otros médicos posgradistas en Ecuador esperan que la salud del sistema de salud mejore, para que las futuras generaciones no sean sometidas a los mismos maltratos que ellos ahora padecen.

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TODOS

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